Los sistemas de educación superior han registrado en las dos úl-timas décadas un proceso de fuerte diversificación, tanto en su organización como en su calidad, con la inclusión de modelos universitarios diferentes y contradictorios. Tal situación es muy diferente a la que había existido hasta la década de los 80, pues la educación superior había sido casi siempre estatal y con fuerte autonomía institucional y académica a partir del Movimiento de la Reforma Universitaria originado en la Universidad Nacional de Córdoba en el año 1918. El modelo predominante era el napoleónico, en el que las facultades de carácter profesional se constituían en el centro de la organización universitaria. En ese modelo las carreras son largas, de tipo túnel –como las denominan los europeos–, en las que los alumnos obtienen el título después de seis o siete años de estudios, y en las que no existen ciclos ni títulaciones intermedios.
A lo largo de buena parte del siglo xx el modelo napoleónico de universidad y las concepciones de autonomía universitaria y de primacía de la universidad pública se fueron afianzando en la mayor parte de los países latinoamericanos. El número de instituciones universitarias –por lo general estatales– fue creciendo poco a poco, y los niveles de calidad se mantuvieron más o menos homogéneos hasta la década de los 80.
En los años finales de esa década y en los inicios de la de los 90 se introdujeron en el marco de los procesos de globalización estrategias de carácter neoliberal que tendieron a reemplazar las políticas de bienestar impulsadas por el Estado, por otras en las que predominaron las concepciones de mercado y de privatización de los servicios públicos, entre ellos la educación. Las crisis nacionales en materia económica llevaron a una fuerte restricción del financiamiento público para los sectores sociales en general, y para la educación y la universidad en particular.
A pesar de esto creció la demanda de educación superior por parte de la población, incrementándose en gran medida las tasas de escolarización y el número de estudiantes. Para atender dicha demanda se crearon diversos tipos de instituciones de educación superior universitarias y no universitarias –en su mayoría de carácter privado–, y sin criterios previos en cuanto a niveles de calidad y de pertinencia institucional. La educación superior en América Latina registró incrementos a partir de la segunda mitad del siglo xx. El número de instituciones universitarias pasó de 75, en 1950, a más de 1.500 en la actualidad, que en su mayoría son privadas. El número de estudiantes pasó de 267.000, en 1950, a casi 12 millones, es decir, que la matrícula se multiplicó en 50 años 45 veces.
Cuadro 1
Instituciones universitarias en América Latina
Cuadro 2
Número de estudiantes de educación superior en América Latina
La tasa de incremento anual de la matrícula, desde 1990, ha sido del 6%, y mucho mayor para la universidad privada (8%) que para la pública (2,5%) Eso ha llevado a que hoy más del 50% de la matrícula universitaria en la región concurra a universidades privadas, a diferencia de lo que ocurría hasta la década de los 80, en los que la universidad latinoamericana era sobre todo pública, tal como ya fue señalado.
El crecimiento de la matrícula ha llevado a un incremento importante de la tasa bruta de escolarización terciaria: del 2% en 1950, al 19% en 2000 (se multiplicó por 10 en 50 años). Sin embargo, esta tasa es muy inferior a la de los países desarrollados: 51,6% en 1997.
Cuadro 3
Tasa bruta de escolarización terciaria en América Latina
En síntesis, se registró un fuerte crecimiento de la matrícula y del número de instituciones de educación superior, una clara tendencia al incremento de las instituciones privadas, una gran diversificación institucional, y una alta disparidad en los niveles de calidad.
Junto con la diversificación institucional y con la disparidad en relación con la calidad, aparece una gran heterogeneidad en materia de modelos universitarios, que se constituyen más como «deformaciones» del modelo napoleónico que como superadores del mismo. Se podría plantear que, en muchos casos, se mantienen y se profundizan ciertos aspectos negativos del modelo profesionalista por facultades, y se introducen algunos de los aspectos menos deseables de los múltiples modelos vigentes en Estados Unidos. Así, se crean en muchos países de América Latina instituciones universitarias privadas que son denominadas «universidades garajes», por sus dimensiones, por su baja calidad y por el tipo de infraestructura física disponible. En algunos países es difícil actualizar la información sobre el número de instituciones de educación superior existentes por la falta de registros adecuados. El propio Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (iesalc) de la UNESCO no ha podido disponer hasta ahora de información regional precisa sobre el número de instituciones existentes de este nivel.
A esta caótica heterogeneidad institucional se agrega la gran disparidad en materia de planes de estudio, con denominación de titulaciones diversa, con objetivos formativos también diferentes, y, por ende, con duración de los estudios muy disímiles. Así, se encuentran en un mismo país designaciones desiguales de las titulaciones de una misma área profesional, y, a su vez, duraciones igualmente distintas de una misma carrera1.
Frente a este panorama reseñado brevemente, en América Latina surgen con énfasis los procesos de aseguramiento de la calidad a través de la evaluación de las instituciones y de la acreditación de carreras de grado y de postgrado, a los que se hará referencia más adelante2.
Notas
1 En Argentina, en el año 2002, las 92 universidades oficiales y privadas existentes otorgaron 4.219 títulos (muchos de ellos similares) entre los de grado y los de pregrado. La educación superior terciaria –o no universitaria– ofreció otros 6.965 títulos, por lo que el total de los ofrecidos por la educación superior fue de 11.184. Fuente: Norberto Fernández Lamarra, La educación superior argentina en debate, Eudeba/IESALCUNESCO, Buenos Aires, mayo de 2003.
2 En este artículo se utilizarán los términos vigentes en Argentina: las carreras de primer título (undergraduate) se denominan de grado (en otros países de América Latina de pregrado), y los posteriores al primer título, de postgrado (postgraduate).
Mayor información ver el siguiente link:
2 comentarios:
Estimada Dra. me parece interesante este articulo y su análisis, pero me parece que hay un error en el cuadro numero 2. respecto al numero de estudiantes en el 2000. agradeceré pueda indicar la corrección para evitar desinformación.
saludos cordiales
Enrique
Excelente artículo. Lástima que no se echó atrás, pero partiendo desde el periodo de la Colonia
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